viernes, 23 de agosto de 2013

Groserías en la literatura



MÉRIDA, Yucatán, México. 10 de agosto de 2013. Katia Rejón - La representación fiel a la actualidad es, según algunos, demasiado soez para la estética necesaria en el arte. Hoy voy a hablar específicamente de la literatura aunque este problema esté presente en otras ramas.

Mi maestro de literatura comenzó a leer un texto de un autor contemporáneo: ¡vete a la mierda! decía el primer párrafo. Noté la cara de ofendido de uno de mis compañeros, negando con la cabeza en señal de reprobación. Podía leer su mente: ¿cómo un autor tan reconocido se rebaja al uso de las palabras altisonantes para exponer en su obra? Lo miré fijamente deseando que lo dijera para poder refutarle algo más que la mirada de censura.

¿Y por qué no?, pensé. Luego lo dijo, comenzó su vituperio, salté de mi silla esperando el contra-ataque. Fue sencillo, desde las primeras letras las llamó “malas palabras”. ¿Malas palabras según quién? ¿Qué es una buena palabra y por qué no está esa descripción en la RAE? como lo dijo el escritor Roberto Fontanarrosa “¿Por qué? ¿Las malas palabras le pegan a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad?”.

Las groserías son sinónimos de otras palabras consideras aceptables. ¿Por qué decir pendejo está mal y decir tonto no, si significan lo mismo en esencia?: Pura construcción social.

Además considero hipócrita dejar de lado expresiones importantes para representar con franqueza a la sociedad actual. ¿O qué? ¿la gente común no insulta? ¿la literatura, como cualquier expresión artística, no se trata de una manifestación sensible de la realidad? Lo ofensivo de las palabras tiene que ver con la intención, el tono y la situación en la que son pronunciadas (si se trata de menosprecio y no de exaltaciones) pero en la literatura ¿a quién se ofende?, ¿a un personaje?, ¿en cuál tono? la intención está ligada al texto y al enfoque del escrito.

Los textos de García Márquez no pierden ni un gramo de estética por decir “puta”, y personalmente me siento más identificada cuando en lugar de un “se sentía enfadado” leo un “se lo estaba llevando la chingada”. Me arde, siento lo que siente, porque si estuviera en su lugar, no diría “me siento exacerbada” agitando mi pañuelo y ofuscándome elegantemente.

Sin embargo, las groserías como todas las palabras merecen un lugar dentro del texto, no para engordar sustantivos, así como hay adjetivos que sobran en los textos, que hacen que huela a choro y nada más no van, utilizar groserías al por mayor sólo porque sí, es peor (a mí gusto) que satanizarlas. Una vez, un maestro me dijo que todas las palabras que iban en los textos tenían una función, ni una de más ni una de menos.

Me parecen un recurso muy importante para moldear personajes e intensificar diálogos de la época actual, precisamente porque son palabras bastante usadas. Quizá en los textos viejos no están tan empleados porque el pudor era un poco más común y en el lenguaje coloquial no eran tan solicitados. Lo que no quiere decir que no haya textos antiguos con este tipo expresiones.

Las “malas palabras” utilizadas de forma inteligente y con una buena justificación no son sólo perdonables sino un buen recurso lingüístico, son parte de nuestra realidad y aunque algún purista del idioma se resista a verlas en la literatura, no podrá separarse de ellas en la cotidianidad.

sábado, 10 de agosto de 2013

Whaam Blam!

El colectivo Whaam! Blaminauguró su exposición "Cultura Popular Mexicana" en la Galería Dos Mundos anoche. Éste es el séptimo evento organizado por este colectivo en la galería aunque varía de foro y temática en cada exposición.






Treinta artistas expusieron fotografía, instalación, grabado y pintura. Además, es tradición la rifa de un cuadro creado con la intervención del público. En esta ocasión la dinámica consistió en un lienzo con globos rellenos de pintura que eran reventados con dardos para que al final se creara una pintura.



En el evento participaron grupos de música como "Con sabor a Kanela", un grupo de cumbia de Caméche; Malena Durán; el grupo de reggae, "La Magdalena" y el conjunto de electrónica "Terrible Billy".

La galería y los participantes estaban personalizados con la onda mexicana, las aguas locas tenían nombres como "Sagrado corazón de Jesús", tacos y otros platillos mexicanos, la decoración con piñatas y colores festivos. 





Entre los expositores están: Eduardo Graniel, Rómulo Rozo, Cristina Rodriguez, Martha Yam, José Luis Fajardo, Georgina Evia, Ariel Guzmán (dirigente de la galería), Gabriela Torres y Jorge Ching.