viernes, 22 de noviembre de 2013

Cien años de Soledad- Gabriel García Márquez


Cien años de soledad es una de las novelas más representativas del Boom Latinoamericano que surgió como renovación literaria e histórica en los años 60’s. Los revolucionarios años 60’s . Cuando las primaveras de Paris, México y Japón estaban derrumbando muros, la sexualidad se estaba metiendo en las casas más conservadoras y el purismo se desvanecía en la época de la postguerra. Toda la historia de la humanidad se preparaba para cambios políticos, artísticos e ideológicos.

En esta cuna nace Cien años de soledad como una novela que se entrega propiamente a las técnicas y recursos que un grupo de escritores (ahora los máximos representantes de la literatura hispanoamericana) cercaban una nueva generación de literatura que alcanzaría su reconocimiento internacional, e influiría en la europea.

Junto con Gabriel García Márquez, estaba Carlos Fuentes y Julio Cortázar intercambiando epístolas que tenían como tema central esta novela emblemática. Dentro de los textos de la edición conmemorativa de Cien años de soledad está un homenaje de Carlos Fuentes, y habla precisamente de cómo él evoca a la novela como “una prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino y a lo imaginario”.

Fuentes le dice a Córtazar que la novela que acababa de leer es el Quijote americano y esta afirmación demuestra dos cosas: la importancia de esta narrativa nueva integrada en una obra maestra que combina con frescura el realismo mágico y a la respuesta de esta serie de cambios. Y sobre todo que América y el mundo está listo para crear obras que compitan por el reconocimiento literario propio de una literatura clásica, antes intocable.

Cien años de soledad no es la pregunta sino la respuesta de la corriente emergida, Fuentes concluye diciendo que  “cada gran novela latinoamericana nos libera un poco, nos permite delimitar en la exaltación nuestro propio territorio, profundizar la creación de la lengua con la conciencia fraternal de que otros escritores en castellano están complementando tu propia visión, dialogando contigo”. No es que no existiera algo como Cien años de soledad, sino que era la consolidación de un nuevo género que integraba la identidad hispana como recurso literario y justificación artística.

Uno de los aspectos que hace a la novela tan representativa es la convergencia de características que parecen contrafácticas por naturaleza, al crear una realidad alternativa permite que haya cabida a una pluralidad de la vida “real” tal cual nosotros la conocemos, en la que las situaciones, personajes, representaciones ideológicas permanecen separadas por una barrera de autopoiesis y en la novela conviven como parte de un mismo entorno. Vargas Llosa habla sobre esto y dice:

“Esta totalidad se manifiesta ante todo en la naturaleza plural de la novela, que es, simultáneamente, cosas que se creían antinómicas: tradicional y moderna, localista y universal, imaginaria y realista”.
Algunos autores como Mario Vargas Llosa hablan de la totalidad de la historia. Él considera que la relación de la historia de Macondo y la de los Buendía es interdependiente. La estirpe comienza con José Arcadio Buendía y su esposa Úrsula, con ellos llegando a un nuevo lugar, fundado por ellos mismos, entre otras personas, y el desarrollo del linaje Buendía tanto en su forma lineal como en el desenvolvimiento cíclico, tiene correlación con los momentos por los que pasa Macondo, el cual es en un principio una ciudad sin muchos avances, es Génesis, es nacimiento. Los personajes están arraigados a un espacio y tiempo en constante mutación y déjà vus.

A lo largo de la historia la situación de Macondo se complejiza, como la de la familia Buendía y al final cuando la ciudad ha sido una tromba histórica tanto como los personajes, ya no queda nada. Todos se van. Las últimas páginas demuestran un abandono y  es un escenario perfecto de soledad, donde el penúltimo Aureliano conoce su destino a través de Melquiades como una representación divina del conocedor del destino y poseedor de sabiduría, el personaje más mágico de la novela, que nace, habla, cuenta, influye, muere y vuelve a vivir cada vez que uno de los Buendía se acerca a él, en una especie de unión metafísica del conocimiento, es el hilo conductor de la historia.

Aureliano, el último vivo de la estirpe, sale por Macondo. La hecatombe de la familia Buendía está ligada a la hecatombe de Macondo, así como su génesis fueron prácticamente simultáneas.
Vargas Llosa dice sobre esto, “…Macondo que es la estirpe de los Buendía: ambas entidades nacen florecen y mueren juntas entrecruzándose sus destinos en todas las etapas de la historia común”. Y sobre la influencia en sus transformaciones, apunta: “Es Úrsula quien descubre la ruta que trae la primera invasión de inmigrantes a Macondo. La casa de los Buendía da, con sus mudanzas, la medida de los adelantos de Macondo”.

En la concepción de esta realidad abstracta, entintada de metáforas y simbolismos, hay todavía más unión. La novela se sale de lo ficticio, traspasa la unión de espacio-tiempo-personajes dentro de la historia y se vuelve un espejo artesanal de la realidad de la sociedad latinoamericana, y en general de cualquier sociedad. Las situaciones de Macondo son una síntesis de la historia de la humanidad.

El asentamiento en un nuevo sitio, el conocimiento deificado y la sabiduría codiciada por mentes con preguntas de existencia y ansias de practicidad en la vida como el primer José Arcadio, los avances tecnológicos y descubrimientos, influencias trasatlánticas, la conquista de una tierra, plantación de bananos, tierras en las que se asolean las piernas norteamericanas y su cultura expansiva, la guerra tan abierta de “liberales y conservadores” que representa cualquier guerra, pues en el modelo de revolución siempre hay alguien que apoya el cambio (liberador) y otro que se opone a él (conservador). Notamos que este molde de guerra está dentro de la novela de manera abierta para ser la estructura de una historia social contemporánea.

En los años 60’s, la posguerra había dejado una resignación y orgullo al estado capitalista y un rencor sordo del comunismo. Macondo pasa por una situación parecida cuando José Arcadio Segundo se vuelve líder obrero que reacciona ante una explotación desmesurada de los bananeros y es sonsacado por la historia, que lo deja indefenso ante el mundo que no le da la razón.

“La ciudad se transforma en un campamento de casa de madera con techos de zinc” (p.260), y junto al pueblo surge  el de los gringos, “un pueblo aparte…con calles bordeadas de palmeras, casas con ventanas de redes metálicas, mesitas blancas en las terrazas y ventiladores de aspas colgados en el cielorraso, y extensos prados azules con pavorreales y codornices”.
De una forma más simbólica están los objetos rememorados a lo largo de la historia, como una herencia conductual. Los pescados de oro, el cuarto de Melquíades y los pergaminos, el hábito de hacer y deshacer par postergar la soledad, etcétera; son una analogía a la retrospectiva histórica que unifica la concepción de realidad que más que un círculo, se convierte en espiral.

En uno de los prólogos del libro dice: Macondo sintetiza y refleja (al tiempo que niega) a la realidad real: su historia condensa la historia humana, los estadios por los que atraviesa corresponden, en sus grandes lineamientos, a los de cualquier sociedad, y en sus detalles, a los de cualquier sociedad subdesarrollada, aunque más específicamente a las latinoamericanas. Este proceso está “totalizado”; podemos seguir la evolución desde los orígenes de esta sociedad, hasta su extinción: esos cien años de vida reproducen la peripecia de toda civilización (nacimiento, desarrollo, apogeo, decadencia, muerte).
Incluso la ligación de Macondo con la familia Buendía es una muestra más de representación humana. Existe una profunda relación hombre-sociedad en la que uno no puede existir sin el otro y no sólo se influyen sino que se condicionan una a la otra y los cambios que sufren no son sino una alteración provocada por la contraparte. Macondo es a los Buendía, como Cualquier país de Latinoamérica es a Cualquier familia latinoamericana. La historia de Cien años de soledad es a la literatura, como cualquier historia de una sociedad hispanoamericana es a la vida.


Por eso Cien años de soledad se conjuga tan bien con el realismo mágico que algunos autores, como Elena Garro consideran como una muestra de pensamiento latinoamericano característico de mitificaciones y con la época en la que los autores buscaban crear a partir de la identidad hispana, son los cien años hechos novela de la historia de una Latinoamérica solitaria.

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