miércoles, 3 de septiembre de 2014

Big Blue Bug




El hombre olía a neftalina y alcohol, tenía unos ojos azules intensos y pequeños que parecían lunetas de ese color, sin párpado donde se escondiera la lágrima, todo estaba ahí a pierna suelta. Esos ojos enamoraban, su olor lo hacía otra polilla. Flaco, de esos flacos jorobados, cabello ondulado, como un joven de 20 al que le hubieran apagado una tonelada de cigarros en el cabello. El calor lo había encerrado en una burbuja de químico para termitas, sudor y un aroma de boracherra permanente.

-Estoy ofreciendo servicios para exterminar plagas- dijo señalándome su bote de líquido matabichos mientras me sonreía.

"Este cuate debió ser un cantante de rock o alguno de esos hippies con sus miembros para afuera de joven", pienso. Y no pienso en mi respuesta, sólo digo: No, gracias (el formato de respuesta para todas las personas que te ofrecen servicios de forma inesperada) Y se va.

Me lo topo en la calle, bajo el sol yucateco de 39°, calcinándose. Y pienso en que está culero ir de un lado para allá apestando a madres y cargar con un veneno nocivo para plagas no humanas. Recuerdo la bodega de arriba, la montaña de moho y las termitas haciendo fiestas y orgías imparables en el pizzarrón de corcho. Se me ocurre que sí, siempre sí quiero sus servicios.

-Pues, fíjese, señor que me acordé y que sí hay termitas y otras plagas en la bodega. ¿Se da la vuelta mañana? Le paso el número.

Volvió al día siguiente, con su misma ropa. La camisa roja de rayas azules, el mismo maletín, con el cuerpo más herviente, los ojos más azules y el apeste más desnudo.

Quizá ni siquiera se había bañado y yo ya no sabía si traía en el bote alcohol, y neftalina en el cuerpo o qué fregados, pero él era una combinación de olores y un azul, un azul imperdible, intenso, como la Big Blue Bug.


-¿qué lees? ¿es de la escuela?

-Se llama Un tal Marcos y no, nada más

-¿Apoco si te has leído un libro completo?

-Pues sí, varios...

-Ay, no inventes

-Mire, aquí está la cosa...y le señalo una asquerosa montaña de bichos, sonríe con sus labios delgadísimos y me dice






-Va a estar bien cabrón.

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