lunes, 31 de marzo de 2014

Snails of Caroline y Calvin N Holks OLIMPO 2014

Calvin N Holks


Cuando me dijeron por teléfono que debía cubrir a un grupo de rock alternativo dije ¡qué bien!, mi jefa trataba de recordar el nombre: Calvin ...Kelvin, terminé la frase antes de que ella continuara intentando ¡Calvin n Holks!, ándale ¿los conoces? me dijo. Obvio los conozco, la primera vez que los oí fue en el Delorean Bar hace más de un año, les hice una entrevista rápida y prometí que en la siguiente me compraría una grabadora de voz (cosa que no he hecho, por cierto). Calvin, Holks, Aldo, Adrian y Saulo son amigos míos y no por eso son una de mis bandas locales favoritas, al contrario, como los admiro mucho como músicos quise conocerlos como personas y fue una agradable sorpresa.

 Nada podía mejorar el hecho de volverlos a oír en el Teatro del Centro Cultural Olimpo a excepción de que la banda invitada para abrir fuera Snails of Carolines. Los he oído ensayar juntos y es increíble cómo ondas tan diferentes pueden conjugar tan bien. Jordi, Javier, Rolly y Luis tienen un estilo parecido a Blur e Interpol, mientras que los Calvin n Holks suenan más grunge. A las siete de la noche llegué al Olimpo para oírlos y pasar una bonita noche. 

Saulo de Calvin N Holks


Los Snails tocaban una de sus canciones más queridas: Auroras Coloras, la voz de Jordi es muy especial, oí decir a alguien del auditorio que era muy raro ver a un chico que alcanzara notas tan altas. Tocaron varias canciones nuevas, como Abstracto, Propano y Trinidad, otras más antiguas como Verdes, aunque algo modificada pues le agregaron una parte al final en la que el vocalista sube y baja de tono. También tocaron una en inglés llamada Survive, interpretada por el baterista Javier Uribe, fue muy interesante saber que cantaba y que lo hacía muy bien. Compartieron otras nuevas como 3414, según Jordi esta canción encierra sus "peores ideas" y con su usual estilo buena onda pidió a todos "disfrutarla un poco". Terminaron con un par que siempre los acompaña en presentaciones: La popera y Me ves.

A las ocho, subieron al escenario los Calvin N Holks, "es la primera vez que nos escuchan sentados" dijo Calvin, y comenzaron con Anormal, la primera canción que compuso. Los cinco llevaban playeras nuevas con la leyenda: Calvin N Holks las cuales se vendieron al terminar el concierto. Después tocaron Girasol, Ska y la predilecta del público: Mundo maravilloso, en la que Adrian  Ruiz, guitarrista principal, dejó las cuerdas para tocar la melódica. 

Snails of Caroline


Para un concurso, los Calvin hicieron un cóver de la canción La Cita de Galy Galiano. "La persona que nos inscribió cree que somos Ska y nos pidieron pasar esa canción a ska, aunque somos rock alternativo ¿no?" "somos vegetarianos", gritó alguien atrás y el público se rió, también dijeron que seguramente nuestros abuelitos la conocían y la bailaban al ritmo de la salsa, pero la verdad es que más de uno la cantó y la bailó al ritmo del ska-punk.

Después de un par de canciones, la segunda guitarra, Aldo Aké, presentó una canción que él mismo compuso, "Se llama De Cronopios y musas, habla de un poeta, y los cambios de la vida", dijo antes de comenzar a cantarla. La romántica canción fue sólo una de las dos que interpretó y compuso Aldo, la segunda, bromearon sus compañeros, "es la parte depravada de Aldo". N9 fue una impresionante composición en la que tuve que contenerme para no parar y bailar en ese lugar tan elegante. Me gustó mucho que las canciones nuevas tanto de Snails y Calvin fueran las mejores, sin menospreciar las antiguas, más bien creo que están progresando, y experimentando con nuevos ritmos. 

Jordi de Snails of Caroline


Calvin agradeció a Rocko con quien graban actualmente, al papá de Holks, a los Snails of Caroline y a todo el público presente. Después tocaron un cóver, recordando que así fue como iniciaron: siendo una banda de covers, y ahora tienen 4 canciones grabadas. La noche se la llevó N9, Cumbia loca, Mundo maravilloso de los Calvin y Survive, Propano y Verdes2 de los Snails. 

Al salir, como a las nueve y cuarto de la noche, los integrantes de Calvin N Holks saludaban a los amigos, al público y regalaban discos, lo cual me pareció un buen detalle. Me despedí con muchas ganas de volver a oírlos tocar juntos o separados, ojalá juntos y lista para tener las nuevas canciones apenas salgan.

domingo, 30 de marzo de 2014

Entrevista con Karen Bernal Méndez





Juego de Luz parte de la fusión del Encuentro Internacional Bajo la Carpa, de la Compañía Iaii, A.C. y el espectáculo Música del Mundo de IBU Producción. De acuerdo con Samuel Rafinesque, director de IBU Producción, de la mezcla de ambos eventos resulta un espectáculo de luz con visiones creativas de países como México, Ecuador, Hungría, Brasil, España, Francia, Bélgica, Canadá y Estados Unidos.

(Sala de prensa, Conaculta)


Desde hace unas semanas hasta el día de ayer, el Ayuntamiento de Mérida inauguró una serie de actividades artísticas de diferentes géneros para una combinación de música, circo, fotografía y esculturas. Dentro de los organizadores está la Compañía Ilaii, A.C. quienes son expertos en las artes escénicas trayendo innovaciones y buena vibra al Olimpo en nuestra ciudad. Platiqué con Karen Bernal, la directora de la compañía para que me contara cómo nació el proyecto y cómo llegó aquí.

El proyecto del Encuentro Internacional Bajo la Carpa comenzó en 2004 en la ciudad de México cuando alrededor de veinte personas convergieron en algún punto de su vida y se dieron cuenta que querían aprender y enseñar entre ellos, además de esto en común, también los unía la pasión por las artes escénicas. 

 

Karen Bernal estudió circo en Barcelona, especializada en danza folklorica, contemporánea y clásica, la cual combina en las presentaciones. El proyecto interdisciplinario se ha presentado siete veces antes de llegar a Mérida.

Nos sentamos a platicar en el suelo mientras Karen y un compañero cortaban las telas que aparecerían en la noche sobre el edificio del Centro Cultural Olimpo. Comenzó a hablarme de cómo le gusta ver la transformación de la gente en el escenario y fuera de él. Hacer circo en México fue una buena experiencia ya que en el D.F. no había antes, aunque hace miles de años que se hace en otras partes del mundo. Las artes escénicas hacen que la persona explore con su cuerpo, y desarrolle habilidades que pueden considerarse extrañas platicó con una voz muy dulce y amable.



Después habló de la distinción de clases, de cómo un espectáculo se exhibe en un área específica con el fin de que vaya un sólo tipo de gente. Pero el circo es para todo el mundo. “Tenemos la necesidad de integrar ideas”. Las artes siempre han estado divididas en géneros, “¿artes escénicas? ¿actuación, canto, trapecio, clown? ¿por qué? Es expresión del cuerpo, el regreso al origen, explorar sensaciones, da igual cómo se llame”.

Los talleres que ofrece la compañía Ilaii tienen una duración de tres semanas generalmente. Hace unos años, un maestro le dijo a Karen que eran necesarios 21 días para darle tiempo al conocimiento de llegar a todas las capas de la conciencia, y ése ha sido su amuleto desde entonces. En cuanto a los maestros, dijo que apreciaban mucho a la juventud pero la experiencia es muy importante para la compañía, así que debían tener mínimo 10 años de trayectoria profesional para poder impartir clases a los que se están integrando. 

 

Cuando comenzamos esto, asumimos desde el principio que el trabajo artístico no es sólo salir al escenario y hacer lo que amas, también requiere de protocolos de oficina, pagos y organización del material, etcétera”. Sin embargo, considera que estas cosas son muy importantes para que lo que sí se ve en la actuación esté bien realizado tanto adentro como al margen.

-¿Y Mérida?, ¿cómo llegaron aquí?

-Pues, hace tiempo que queríamos venir a vivir aquí, pero sabíamos que traernos todo el proyecto era necesario.

Le agradecí su tiempo y pregunté su nombre, ella miró mi gafete, “Mucho gusto, Katia” y sonrió para la fotografía.

viernes, 21 de marzo de 2014

Cómo no morir en cualquier intento


Publicado en vox.com.mx el 22 de enero de 2013.

MÉRIDA, Yucatán, México.  Katia Rejón Márquez-

Estoy en la biblioteca de la facultad, frente a mí hay un ventanal gigante donde un par de hombres trabajan en una especie de placas gigantes en el edificio donde estoy. Sobre la mesa hay dos libros de cine que tomé prestados del anaquel PN1995.9 : Lecciones de cine de Laurent Tirard y Cine Digital de Matt Hanson. Se supone que escribo una reseña de los hermanos Coen y su película “El gran Lebowski”. Leo un párrafo y lo resalto con plumón amarillo, me siento junto a él, lo releo. Joel e Ethan Coen se encogen de hombros o contestan no sé cuando les preguntan por qué hacen lo que hacen. Primero me parece estúpido, después honesto, luego quiero contestar no sé a todo lo que me pregunten.

Siento celos. Me gustaría hacer todo lo que quiero aunque muera en el intento. Miro mi agenda, hay post-its que llenan una hoja: escuchar radio Colifata, bajar música de Debussy, leer Palmeras de la brisa rápida de Juan Villoro, ver el Devotional Tour Depeche Mode, terminar de ver On the road. Y aquí estoy, haciendo nada de eso, en una mesa redonda, sin nada en el estómago desde hace seis horas. El muchacho de los tenis que jala una de las placas con sus dedos tiesos tendrá su propia agenda. No sé. Salir con los amigos, sus tareas pendientes, ver esa película que le recomendó alguien, bajar el disco de su músico favorito, viajar a la playa uno de estos días. Y no. Está aquí, estamos aquí los dos, dejando pasar el tiempo.

Y se atreven los hermanos Coen a decir “just because”. Vuelvo en mí, y pienso en que está bien, en que existe un querer más grande. Quiero estar aquí, prefiero estar aquí que en casa viendo un concierto de Botellita de Jerez, sí. Es la creencia, la esperanza a largo plazo que engorda nuestra voluntad y deja que no nos volvamos locos atrasando esas cosas que desearíamos estar haciendo ahora.

Vuelvo al trabajador. Debe estar pensando que al salir tendrá con qué pagar ese helado, invitar a su chica, salir con sus amigos o hacer lo que pueda. Estamos aquí. Rogamos para que nos alcance el tiempo para comer tacos árabes de Don Chucho, ver la película que queremos ver, leer lo que queremos leer y salir de la facultad, uno antes que el otro, para valernos por lo que sabemos hacer y un día de estos, no estar.

martes, 11 de marzo de 2014

El bailongo de los viejitos






Llegué como a las seis de la tarde al centro con mi cámara en el pecho y mi gafete con la fotografía oficial en la que todos salimos horrendos. Tocaban una cumbia que no reconocí y como en un escenario de box, había gente alrededor de la pista, sentada en sillas de aluminio. Comencé a tomar fotografías y un señor de camisa de cuadros me llamó con la mano, y me señaló a la mujercita de morado que iba de un lado a otro frente a él. Quería que la fotografiara y lo hice, le sonreí lo mejor que pude, y me fui con tres fotos de ella.

Había un número enorme de parejas bailando, todas juntas, al mismo ritmo, algunos hombres llevaban sombrero, pantalón y camisa o camiseta, las mujeres llevaban vestido o falda, había tanto amor en tan poco espacio que me perturbó la escena. Me quedé viendo a todos como idiota, amable todo el mundo me sonreía, yo quería bailar con ellos. No había gringo que no pasara bailando entre la gente, tan arrítimico, tan desacompasado, qué va saber de zapatear, de una cumbia sabrosa, del popurrí de mambo. Nada, mira a ese güero, no sabe menearla jijiji. Y las mujeres rubias creyendo que bailaban el hula, giraban sus muñecas como si fuera baile español. En el danzón todos abrazaban a sus mujeres de la cintura y ellas se pegaban ni sonrientes ni tristes, estaban como en trance. Bailaban de forma parsimoniosa, los extranjeros eran el negrito en el arroz, iban a destiempo, que paren la orquesta ¡el que no sepa bailar que se vaya! 

Y yo ahí parada esperando que alguien me sacara a bailar, hubiera dicho sí sin pensarlo, pero me quedé viéndolos. Un señor mayor de sombrero y filipina me ofreció unos halls, he aprendido que rechazar más que educado y discreto puede tomarse como evasión y grosería, así que me incliné tomé uno y le agradecí dos veces, una con "gracias" y la otra sonriendo, él me devolvió completa su sonrisa practicada por años. 

La fiesta siguió, cuando la banda terminaba de tocar todos aplaudían y se quedaban parados esperando la siguiente canción. Cuando empezaba se quedaban quietos, poco a poco volvían a moverse, esperaban reconocerla, no bailaban de inmediato, saboreaban el inicio. Un hombre de peluca rubia bailaba con su espalda inclinada hacia adelante, apenas y movía los pies, eran como pasos cortados, las manos imitando a un tren hacían círculos con los puños y los codos pegados a las costillas. En ese momento me di cuenta de que no importaba por qué o quién estuvieran ahí, si por la Ley Federal número cuatrocientos doce, si por los Derechos Humanos de los Adultos Mayores, si por Fulanito de tal del partido equis, si porque eran productos de una manipulación Laswelliana, vale madres, eran felices bailando y lo era yo también ahí frente a todos ellos. 

El director de la orquesta me preguntó en broma si a mí no me sacaban a bailar, le contesté que no con una profunda y sincera tristeza ¡eso estaba esperando desde que llegué al lugar! que un viejito se acercara a decirme si le concedía la pieza de La Puerca de Luis Carlos Meyer. Siguiendo con la observación de mis personas favoritas en la juerga, vi a una señora morena de blusa café, era del mismo tono que su piel y cuando giraba parecía que no llevaba ropa puesta. En ese momento todo me parecía posible, yo estaba ahí entre gente que no conocía conteniéndome para no lanzarme y abrazarlos a todos. Iba de aquí para allá tratando de encontrar el lugar ideal para ver. Seguí tomando fotos hasta que dieron las siete. La música terminó y todos comenzaron a irse ¿ya? ¿así tan rápido? les pregunté a unos mariachis si ellos iban a tocar, me contestaron que sí. 

Me acerqué a la señora que bailaba con el viejito de la peluca.

-¡Hola! ¿es la primera vez que vienen aquí?
-No, este...hola, no, casi siempre venimos
-ah, y ¿siempre toca la misma banda?
-Uy sí, desde hace mmm...oye, ¿desde hace cuánto que toca la banda?, le preguntó al viejito
-¿Qué?
-la banda
-¿qué tiene?
-¿desde hace cuánto que toca?
-ya tocó
-nooo, qué desde cuándo toca
-ah, hace veinte años

-¿veinte años? contesté sorprendida
-sí, y me miro con ojos de querer reír. 
-wao
-sí
-¿y hace veinte años que viene?
-yo no, él sí, ya tiene sesenta años viniendo
-Ah, se pone bien ¿no?
-Sí, y el último domingo de cada mes traen a cuatro bandas, tocan en dos partes de los Bajos, se van turnando.

Le hice otras preguntas, se llamaba Irene. Mucho gusto, Irene, soy Katia. Mucho gusto, Katia. Y me fui. Cuando llegué a la esquina se escuchó una canción de Inspector, ya estaba cerca del mercado, la oí y quise volver, de verdad quise volver.